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¿Qué son (realmente) las oposiciones?

En muchas ocasiones se ven en comentarios de opositores por redes sociales en los que se muestra la frustración por los sistemas que la Administración escoge para los procesos selectivos de las oposiciones, ya sea para adquirir la condición de funcionario o para promocionar dentro de la misma.

Estos comentarios promueven la idea de que las oposiciones son injustas porque lo que se les pide a los opositores no es fiel reflejo del verdadero “saber” o tiene poco que ver con las tareas que se realizarán efectivamente una vez se toma posesión del cargo.

La RAE nos define “saber” en sus acepciones segunda y tercera de la siguiente manera:

2. tr. Estar instruido en algo. 

3. tr. Tener habilidad o capacidad para hacer algo.

Básicamente las críticas vienen a decir que memorizar una gran cantidad de datos y soltarlos en un día concreto en forma de test, examen escrito u oral no demuestran ninguna capacidad más allá de la memoria pura y dura. Que no hay análisis, capacidad de resolución de problemas ni de asociación de ideas. Y por supuesto que estas habilidades poco o nada se asemejan a lo que un funcionario realiza en su día a día.

Podríamos considerar estas críticas pertinentes y estas premisas del razonamiento más o menos acertado, pero debemos vigilar nuestras conclusiones porque nos pueden llevar a un lugar que no nos conviene para nada si queremos prosperar y conseguir el objetivo de ser funcionarios de carrera o promocionar. Nuestro sistema de creencias determinará nuestros resultados a medio y largo plazo.

Si el análisis de lo que son las oposiciones nos lleva a concluir que se trata de un mecanismo injusto y que nosotros no estamos dispuestos a pasar por él porque nuestra idea de lo que es el saber debe ser la que impere, entonces tiramos la toalla y habremos perdido la guerra antes de empezar a luchar.

Si en cambio, después de analizar los procesos selectivos, llegamos a la conclusión de que las oposiciones son mecanismos para filtrar a la gente simplemente, entonces lo tomaremos como algo neutro y estaremos listos para avanzar. Si nadie quisiera entrar a la Administración porque las condiciones laborales fueran mucho peores que en el sector privado, entonces no habría oposiciones. Directamente se contrataría a las personas que la Administración pudiera como sucedía con el ejército hasta hace unos pocos años.

Pese a que las convocatorias nos indiquen que las pruebas selectivas tendrán que ver con las tareas que se van a realizar en el puesto de trabajo, os puedo asegurar que la coincidencia llega al 10% como mucho.

La realidad sobre el empleo público es mucho más simple de lo que muchos funcionarios afirman. Cualquier persona con una comprensión lectora normal y capacidad de análisis mínima podría desempeñar casi cualquier trabajo administrativo dentro de la Administración. El trabajo en sí no tiene nada de especial y prueba de ello es que año tras año se contrata a personal interino o gente apuntada en su oficina de desempleo sin haber aprobado una oposición y tras un periodo de aprendizaje normal, periodo que es igual para los funcionarios de carrera que han aprobado su oposición. Recorriendo la curva de aprendizaje durante unos meses, todo el mundo acaba sabiendo hacer sus tareas.

¿Cómo hay que afrontar una oposición?

Una vez que hemos asumido que una oposición es un filtro de aspirantes a unas plazas limitadas y entendemos las normas del juego hemos de aprender a ser los que mejor juegan a ese juego de aprobar una oposición y llegar a ser funcionario de carrera. Una vez dentro ya aprenderemos a hacer las tareas que en cada plaza se nos exijan, pero ahora toca «meter cabeza».

Los siguientes consejos que se indican a continuación han sido demostrados a base de ensayo-error por personas que han logrado ser funcionarios:

  1. Hacer un análisis de nuestra capacidad, titulaciones, movilidad, de la frecuencia en las convocatorias, número de plazas y expectativas económicas para escoger la oposición que más nos convenga.
  2. Una vez decidido el objetivo, centrarnos en él haciendo un análisis exhaustivo de la actual o anterior convocatoria, el tipo de examen, la normativa o temas que contiene y todo aquello que nos pueda ayudar a familiarizarnos con el tipo de pruebas a superar.
  3. Resumir de nuestro puño y letra y hacer esquemas directamente de las fuentes originales, ya sean normas o temas oficiales. Evitar los temarios que nos cambian la literalidad de las normas y nos quitan partes que no consideró importantes aquel que confeccionó el temario y que a la hora de hacer un test son fatales.
  4. Practicar mucho con el tipo de pruebas que vamos a afrontar en el examen oficial, ya sea la realización de test, escritos o recitar partes del temario según sea nuestro examen.

En definitiva debemos de aceptar como son los exámenes, entender bien lo que se nos pide  y convertirnos en las personas mejor adaptadas a ese entorno para sobrevivir y salir victoriosos en el proceso eliminatorio. El trayecto es largo y difícil, pero la recompensa supera con creces el esfuerzo. Si fuera fácil, todo el mundo sería funcionario, pero sólo los mejor preparados lo consiguen.

Si tu oposición consiste en un test o tiene un test eliminatorio, considera entrar en oposapiens.com para prepararlo. Encontrarás miles de preguntas tipo test de un gran número de normas, informática, etc y una comunidad de opositores dispuestos a ayudarte en lo que necesites.